sábado, agosto 29, 2009

Desamparo - (100 palabras)




Tras el largo recorrido, por fin he llegado a Santiago. El día oscuro y el aire maloliente, son señales de éxito. El silencio sepulcral me da la bienvenida. Estoy a escasos minutos de lograr la eternidad. Alcanzaré mi premio y seré venerado hasta el fin de los tiempos. De pronto escucho su voz. Ahí esta el enemigo a vencer. No espero más y salgo desde el confesionario de la Catedral y corro hasta alcanzar al sacerdote. El filo de la navaja se hunde en su carne y su mirada de desamparo me dicen adiós. Para mí es sólo el comienzo.

La Nación (Santiago).El 24 de julio de 2004 un joven ingresó decidido a la Catedral de Santiago. En plena misa saca un cuchillo, lo empuña y asesina a sangre fría al sacerdote católico Faustino Gazziero, ante las miradas incrédulas de todos los feligreses. Luego se apuñala en el cuello con el mismo cuchillo. El sujeto tenía 26 años y respondía al nombre de Rodrigo Orias Era fanático de la banda de black metal Dark Funeral.

lunes, agosto 24, 2009

Aún esperamos (100 palabras)




“Las filas en los hospitales no existirán más”, dijo una vez aquella ministra de risa dulzona. Eso recuerda una viejecita, luego de tres horas en esa eterna cola, en el consultorio Miraflores.
Es un cuarto para las ocho y la pequeña ventanilla esta más cerca. Su vista se detiene en la televisión. Aquella agradable ministra aparece en la pantalla. Habla desde La Moneda y luce la banda presidencial. La viejecita no puede evitar una sonora carcajada. Una niña que esta cerca piensa que la viejecita esta loca. La viejecita se pregunta si el mundo esta mal o la loca es ella.


La Tercera (Santiago). Al asumir el Presidente Lagos el 2000, la designó Ministra de Salud, con dos claros desafíos: mejorar la atención primaria, con la meta explícita de poner fin a las colas de espera en una plazo de tres meses; y por otro, preparar una gran Reforma de la Salud.

jueves, agosto 20, 2009

En una película real... de blues

Era la ciudad de siempre (en las utopías de adolescente). La cuna del movimiento musical más fuerte de la década de los '90. Y ahí estaba yo. En Seattle, El mismo lugar donde un muchacho desgreñado y depresivo se hizo famoso, millonario y suicida gracias a una guitarra desgarradora (se llamaba Kurt).
La historia es pequeña (como casi todas las de este blog). Y quizás no tenga otro significado que el estar sentado en un bar, solo con una cerveza, rodeado de negros y... escuchando blues.
Para alguien que creció con el cine como referente era simplemente como estar en una película, pero tan real que costaba creerlo.
Quizás afuera el mundo se está matando, Hugo Chavez quiera conquistar sudamérica, Colombia miliarizarla, Argentina "robársela" y Brasil "bailarla", pero por unos minutos nada importó: ni éxitos, ni fracasos, ni el trabajo, ni nada. Sólo escuchar una negra voz desgarradora entonar las notas tristes de un buen blues. Una película demasiado real para creerla.

viernes, agosto 14, 2009

Al estadio, al estadio y sin flaytes

El partido estaba planeado para las 7 de la tarde y propuse irnos al estadio, como mínimo, una hora antes para así no tener problema al entrar. Pero mis compañeros me quedaron mirando con cara de “y este es estúpido”. Claro, la cancha de los Cincinnati Reds estaba a unas pocas cuadras de distancia y, definitivamente, el llegar no era ningún problema.
Claro tampoco era problema caminar, ya que ningún imbécil (mal llamados hinchas) te molestaba al pedirte dinero “pa’ la entrada”. De camino familias completas con muchos niños y mujeres. Algunos con camisetas, otros no. Daba igual.
En la entrada, un tipo con un lector de códigos de barra te chequeaba el tiket impreso, ya que lo podías comprar por internet sin ningún problema: o sea, se eliminan las colas en las boleterías. De hecho no había boleterías con humanos atendiendo, sólo algunas electrónicas por si alguien decidió sólo minutos antes asistir al partido.
Al interior el recinto, los restaurantes de comida rápida mandaban. Un poco caro quizás (US$4 un hot dog y US$7 una cerveza), pero siempre está la alternativa de la competencia, por lo que los valores pueden variar (no hay colusión). Además de eso, los sitios con la implementación del equipo (camisetas, gorras, bates, chapas, tazones y todo lo que se pueda imaginar) también tenían un espacio destacado y la gente podía mirar y tocar los productos sin ningún problema. Demás está decir que nadie se avivaba y tomaba algo sin pagar.
Cuando comenzó el partido, la sorpresa para mí fue que de verdad los gringos hacen todo el ceremonial que se ve en las películas: formación militar incluida y canción nacional entonada a capella por una artista conocida (en este caso no averigüé el nombre, mil disculpas por ello). El himno, por cierto, fue cantado por todos y los que traían gorra se la sacaron (como yo). Respeto total.
Del partido no mucho, el equipo local apabulló a los Nacionales de Washington DC por 7 carreras 0, pero parecía no importóar que por momentos el encuentro se volviera un tanto latoso. La pantalla gigante y el equipo de producción se encargaron de entretener al público con concursos, música, baile y el show de los besos incluido (la cámara enfocaba a las parejas, quienes se besaban por la pantalla ante las 20 mil personas).
Al final, la gente salía sin problemas y, si gustaba, podía ingresar a la tienda oficial del equipo y comprar lo que sea o sólo admirar el salón de trofeos y las camisetas retiradas de los más grandes que pasaron alguna vez por el club (en ese momento me acordé del pobre “Chamaco ”Valdés, quien se fue en medio del olvido del equipo más grande de Chile).Cualquier relación o similitud con una visita a una cancha chilena es sólo una estupidez que los clubes deberían remediar. Por favor: quiero ir alguna vez al Monumental, al nacional o al Germán Becker y vivir algo parecido, aunque no tenga la “emoción” sudamericana y los hinchas no pongan tanto “huevo” y tontera. Incluso estoy dispuesto a no escuchar a la barra cantar y darle un beso a mi esposa frente a 20 mil espectadores o más.

domingo, agosto 09, 2009

El NYT vale una "papa" en el calcetín

Esta historia es pequeña, pero tiene una gran enseñanza para la profesión de periodista. Ocurrió una mañana de viernes en el prestigioso The New York Times. Un respetado periodista (miembro del equipo investigador) del importante matutino norteamericano le daba una charla a un grupo de reporteros y comunicadores sudamericanos, entre los cuales me encontraba.
El punto es que mientras hablaba de la convergencia, de las nuevas formas de hacer periodismo y las profundas dificultades que la industria ocupa, el colega gringo se relajó y liberó parte de sus pies de los zapatos que, imagino, le molestaban.
Lo curiosos es que mientras realizaba este ejercicio una y otra vez dejaba ver una gran "papa" en el talón de su calcetín. El hombre tenía la media rota como cualquier mortal (se puede ver con detención en la foto del pie izquierdo que acompaña este post).
Pero, en vez de reírme o mofarme de la situación (como habría sido normal) supuse que el detalle del vestuario se debía nada más a que el hombre simplemente deja "los pies en la calle" reporteando y se entiende, no cualquiera forma parte del equipo investigador del NYT. Ahora en más me fijaré en los calcetines... propios y ajenos.

viernes, agosto 07, 2009

El buen periodismo existe: tengo la foto

Caminaba yo por la redacción de un diario, pero no era cualquiera, sino que el que quizás sea el más importante del mundo: el Washington Post.
El periodista que nos acompañaba fue claro: "En el lobby pueden tomar las fotos que quieran, pero de la redacción nada". A buen entendedor pocas palabras.
El problema fue que paso tras paso se sentía el peso de años de tradición de buen periodismo, de investigaciones tan profundas como la garganta del que reveló el mayor escándalo de un presidente norteamericano: el Watergate. Más aún luego de pasar frente a la oficina de uno de esos dos periodistas (Carl Bernstein).
Así pasó el rato y tras una charla sobre el poco auspicioso futuro del periodismo y la convergencia mediática que el Post está a punto de adoptar (el periodista que nos dio el paseo no estaba muy convencido de unir las redacciones de papel y web) no resistí y esperé que todos salieran para sacar con mi celular una foto del premio Pulitzer que colgaba de la pared de la sala de reuniones donde estaba. Es verdad, no cumplí las reglas, pero también soy reportero y, si alguna vez el Washington Post desaparece, como auguran algunos "estudiosos", yo al menos tengo la foto y el registro de que alguna vez en el mundo sí se hizo buen periodismo.

martes, agosto 04, 2009

Director de informaciones de diario La República de Perú: "Lucharía cuerpo a cuerpo con Kenita"

Percy Ruiz, director de informaciones del diario La República de Perú, responde a los cuestionamientos de un chileno (yo) que espera por su ropa que está en la lavandería de un hotel de Washington. O sea, si alguien quiere tomar en serio esta entrevista está muy loco... Pero igual, algunas respuestas son notables.

--- ¿Percy, de verdad odian a los chilenos?
"Nadie odia a los chilenos... lo que pasa es que se ha exagerdo la posición de un sector minoritario de peruanos que tienen una postura extrema, pero que son minoritarios. Si conversas con peruanos inteligentes te darás cuenta que no hay odio..."

--- ¿No les gustaría enviarnos de vuelta de lima en bolsas de plástico?
"No es écológico... prefiero las bolsas de papel (es una broma). Es un sector que encabeza a Donayre que nadie toma en serio".

--- ¿Quién les enseñó a medir los límites?
"Para nosotros está claro que no hay límite marítimo, sino que fue un tratado pesquero que ustedes consideraron un tratado que nosotros en su debido momento no lo aclaramos".

--- ¿Si los chilenos invadieran Perú, a quién te gustaría ver de mis compatriotas entrando a Lima?
"La Kenita Larraín. Sería muy buena una invasión así. Yo lucharía cuerpo a cuerpo con Kenita".

--- Si por el contrario, ustedes entraran a Santiago ¿a quién sería el primero que irías a fusilar?
"Al 'Chupete' Suazo que nos hizo varios goles".

--- ¿Cuál sería la portada ideal que te gustaría publicar alguna vez en tu prestigioso diario?
"Perú 4- Chile 0".

domingo, agosto 02, 2009

La protesta sin fin

Se llama Concepción y sólo tiene un norte en la vida: protestar en contra del uso de las armas nucleares en el mundo. La mujer es española y, a juzgar por su cara arrugada, sus escasos dientes y la sequedad de la piel, representa unos 130 años... más o menos.
Concepción Martín está desde 1981 día y noche fuera de la Casa Blanca. Literalmente vive en la calle (en este caso Pennsylvania Avenue) y duerme ahí. A principios de los '90 el diario El País de España la hizo un poco más conocido (bueno, bastante más conocida) con una crónica que ella se encarga de repartir en papel fotocopiado.
Cuando escucha de mis labios que vengo de Chile lanza una perorata poco entendible sobre las bombas, el desierto y los planes de Bush (el ex presidente... ¿alguien se acuerda de él?) para extraer energía nuclear con maléficos fines.
Según la crónica de El País, el gobierno norteamericano le tiene normada la distancia a la que debe permanecer de la reja de la actual residencia de Obama, incluso también le señala las dimensiones de las pancartas. Con todo, Concepón permanece día y noche con su protesta sin importar el caluroso sol veraniego o el duro invierno. Así se entiende la piel gastada y los 130 años o más que su imagen proyecta en la protesta sin fin.

Mañana será otro día... idiomático

“Yes… yes… yes,. I come from chile. I need one hamburguer with Coke and potatoes. I don`t speak english”. Quién diría que con tan pocas palabras que sé en inglés podría desenvolverme bien en las tierras del Tío Sam.
Pero bueno el punto es que estando en la capital política del mundo y con la ocurrencia de salir a experimentar solo en la calle para ver qué cresta pasaba, no tuve más remedio que echar a pelear mi inglés más que básico, pero con resultados casi aceptables... casi.
Luego de esas primeras frases fueron apareciendo otras: “Plist, take me one pict”, para pedir que alguien de buena voluntad me tomara una foto frente a los monumentos. Es más, ni siquiera sé si está bien dicho, pero la gente me entendía a la perfección. Claro que, imagino, ayudaba la cara de imbécil y la cámara que llevaba en las manos y que ofrecía como un desquiciado mendigo.
Así pasaron las horas y pude preguntar por una calle a un policía que estaba de guardia fuera de la Casa Blanca; de bromear con la gente en el memorial a los héroes de la Segunda Guerra y también aceptar tomar una foto a una pareja en el monumento a Linconl. También compré mercadería para ahorrarme los restaurantes y así varias otras cosas (incluso comprar un desoderante).
Con todo, al final del día me sentía casi como un nativo norteamericano, casi ya sabía hablar inglés como cualquier periodista decente. Claro que la buena vibra idiomática sólo me duró hasta que la recepcionista del hotel no supo qué le decía con mi champurreado spanglish. Yo sólo quería saber un número de teléfono. Cuando se dio por vencida y me ofreció un traductor, ahí se me fue lo de "nativo norteamericano" al suelo y le dije “naaaaa, no importa… thanks you”, y me fui a la habitación. Pero en la pieza lo pensé mejor y llegué a la siguiente conclusión: mañana será otro día y podría haber revancha idiomática, sobre todo que en la TV no dan nada en español. Creo que hasta deseo ver un comentario de Solabarrieta... no, en realidad no es para tanto.