Las historias tras los haitianos que llegan a Chile para buscar una vida sin terremoto

34 personas arribaron hoy al país en un avión de la FACh. La mayoría lo perdió todo luego del sismo que azotó la isla y ahora aspiran a mejores alternativas. Un técnico en telecomunicaciones, un reggaetonero y un obrero de la construcción grafican, en parte, la realidad de los habitantes del país caribeño. (Nota publicada en Emol).


En un rincón de la sala de embarque de pasajeros del Grupo 10 de la Fach, Fritz aconseja y abraza a su hermano Pedro. "Acá hay que trabajar duro, pero vas a estar bien", le dice. Tiene los ojos llenos de lágrimas, pero la sonrisa no se la puede sacar de su rostro. "Vas a estar bien...", le recalca. Las lágrimas ya no se retienen, pero la risa se agarra no con mucha dificultad de su cara.

A unos metros de ahí están Garry Barluz y su mujer Jensi. Ellos miran con atención a dos niños (Garryna de 12 y Wiskenlove de 7). Los tocan mucho como tratando de asegurarse que todos los huesos estaban en su lugar, tal como se formaron en el vientre de Jensi. La pareja hacía dos años que no veía a sus hijos. Y ahora están juntos... El terremoto logró unirlos.

En el estacionamiento, Pierre Desarmes, uno de los cantantes del grupo Reggaeton Boys, no está, precisamente, "perreando". Abraza a parte de su numerosa familia que se trajo de Puerto Príncipe. Da entrevistas a los medios, pero en un instante para. Las cámaras se apagan y Pierre toma a su pequeña sobrina de dos años, Standerley. No da más con la emoción y llora en silencio.

Las tres son algunas de las pequeñas grandes historias que se dieron en la mañana de hoy tras la llegada del Boeing 767, que traía los restos de la abogada chilena fallecida en la isla, Andrea Loi. En el avión también venían 34 haitianos autorizados por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Casi todos empezarán de cero, luego que el sismo arrasara con lo que tenían.

Fritz Dorcelus (24) llegó el año 2006 a Chile. Dice que ha hecho muchas cosas para ganarse la vida. Ahora trabaja como técnico en una empresa de telecomunicaciones. Tiene novia chilena y está a punto de casarse. Cuando supo del terremoto no le tomó mucha importancia. “Pero cuando vi las imágenes en la televisión, no lo podía creer y no paraba de llorar con lo que pasó”, recuerda. El joven perdió una tía, pero cuando supo que el resto de su familia estaba bien, apuró los trámites para concretar uno de sus proyectos: traerse a su hermano, Pedro.

“Estoy muy contento —añade— ahora él deberá trabajar mucho, pero saldremos adelante. Ahora quiero traer a mi hermana porque allá los cabros (sic) son muy malos... después a mi mamá".

El hombre del Reggaeton también respira feliz. Eso después de no saber nada de los suyos en dos semanas. “De repente están acá contigo. Esto no tiene precio y no tiene nombre. Estoy agradecido de toda la gente que hizo posible esto: la gente del Estado Mayor de Chile, el embajador de Chile en Haití. De no haber sabido de mi familia en dos semanas... Ellos estaban en la calle. Yo sé que estoy tomando una responsabilidad muy grande, pero Chile es solidario y yo sé que voy a salir adelante con ellos”, asegura. Por el momento debe arreglárselas para darles albergue y mantenerlos. En este caso, más que nunca, el show debe continuar.

Pero quizás el caso más impactante es el de la familia Barluz. Él, Garry, llegó hace dos años al país para “buscar vida”, como dice. Ha pasado buenos y malos momentos y actualmente trabaja en la construcción. Hace un año logró traer a su mujer Jensi. Pero faltaba algo muy importante: los hijos de la pareja se quedaron junto a familiares en Puerto Príncipe. El dinero nunca alcanzó para el viaje de los pequeños desde la isla. Cuatro millones de pesos (el valor de los pasajes) no es algo que se consiga fácilmente.

Es una familia de creyentes evangélicos y en la casa que viven, en el segundo piso de una iglesia en Quilicura, las oraciones se escuchan fuerte, especialmente desde el pasado 12 de enero, cuando Haití se vino abajo.

“En la mañana yo vi en la tele y vi muchos muertos y le dije a mi esposa ‘voy al tiro’ a llamar. Estuve como cinco días sin comunicarme. Sin saber nada. Fui a muchos lugares, pero no podía comunicarme. Estuvimos orando mucho hasta que supimos que estaban vivos”, cuenta.

Luego de eso, los trámites en la embajada anduvieron rápido. Así, con los papeles en la mano, logró embarcar a los pequeños en el Boeing 767. Tan bien le fue que, incluso, un hermano se agregó a la familia. Ahora deberán, necesariamente, buscar una casa más grande.


Beausejour puede jugar tranquilo
Jean Coty Beausejour, padre del futbolista y seleccionado nacuional, Jean Beausejour, también llegó al país en el vuelo Boeing 767 que arribó desde la zona del desastre. Las primeras palabras del funcionario de Naciones Unidas, quien vino junto a su familia, fueron de agradecimiento para el país por albergarlos y también para su famoso vástago chileno.
"Gracias a Chile y gracias a Jean Beausejour. Estamos muy cansados y muy agradecidos... No hay palabras, la palabra 'gracias' es demasiado corta y demasiado breve", dijo.
El padre del futbolista describió, en parte la situación de su país: "En Haití todo está destruido, no había sistema telefónico, no funcionaba, a mí mismo me consideraban como desaparecido, pues no era posible comunicarnos".